“Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” Lucas 23:44
INTRODUCCIÓN
Cuando hablamos del velo en las sagradas escrituras, lo asociamos inmediatamente con el día en que fue crucificado nuestro Señor Jesucristo. Esto tiene un significado profundo para el ser humano, y para poder entenderlo, debemos definitivamente remontarnos hasta los tiempos de Moisés, cuando él recibió la orden de parte de Dios de construir un tabernáculo (templo portátil) para su morada, dándole un diseño y modelo específico para su construcción. Este modelo, incluía un velo en particular y está asociado con el velo que se rasgó en el templo.
SIMBOLISMO
El tabernáculo que construyó Moisés, simbolizaba la morada de Dios. Cuando Dios creó al hombre, lo hizo pensando en hacer de él su morada. Pero por causa del pecado, el hombre echó a perder esa morada y hubo una separación entre Dios y el hombre a causa del pecado.
Dios no puede habitar en una morada sucia ya que su naturaleza, es la santidad, y es por esto que decide construir una figura o modelo de hombre “El tabernáculo”. Este estaba compuesto de tres partes al igual que el hombre: El lugar santísimo que representa el espíritu, el lugar Santo que representa el alma, y el atrio que representa el cuerpo.
En el lugar Santísimo era donde solamente se asentaba la nube de gloria. Esto quiere decir que el asiento o la morada del Espíritu Santo es en nuestro espíritu.
“Porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” 1Co 3:17b
Dios cuando creó al hombre, lo hizo a imagen y semejanza de él, es decir, con su capacidad de amar, pensar, crear, etc. Pero también hizo del hombre un ser tripartito; con espíritu, alma y cuerpo. Igualmente, Dios por su parte, es un Dios trino; conformado por el Padre, El Hijo y El Espíritu Santo, y a su vez, es un solo Dios.
El apóstol Pablo ratificó esta verdad, haciendo referencia de esto en la carta enviada a los hermanos de Tesalónica:
“y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida del Señor” 1 Tesalonicenses 5:23
Cuando Dios diseñó el tabernáculo, le dio la orden a Moisés de empezar de adentro hacia a fuera. Estableciendo primero el arca del pacto en el Lugar Santísimo y haciendo una separación de lo demás con un “Velo”.
Dios también trata con el hombre iniciando de adentro hacia a fuera, queriendo transformar primero su corazón.
“Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo.” Éxodo 26:33
Dios moraba en el lugar Santísimo que es el espíritu del hombre, pero este al pecar, corrompió la morada de Dios y murió espiritualmente, creando una separación entre Dios y el hombre, dejando de lado, el gobierno de Dios, empezando a ser gobernado por su carne. Gálatas 5:19-22
Esta separación del espíritu del hombre por causa del pecado, está representada en el velo que Dios mando a colocar a través de Moisés.
En el tabernáculo ninguna persona podía entrar en el Lugar Santísimo, sino el sumo sacerdote una sola vez al año. Esto es lo mismo que ocurre con el hombre apartado de Dios; su entrada está prohibida por causa del pecado.
La única manera de quitar el velo es a través de Jesucristo. Es aceptar su sacrificio por nuestros pecados en la cruz. El cómo sumo sacerdote, entro en el lugar Santísimo siendo el mismo la ofrenda perfecta como un cordero sin mancha para que recibamos el perdón por nuestros pecados.
Jesús, nos ilustró muy bien esta verdad cuando habló con Nicodemo diciéndole; que era necesario que naciera de nuevo por medio del agua y del Espíritu.
Nicodemo conocía la palabra de Dios, era un hombre piadoso, ejemplar, hacía buenas obras, pero esto no era suficiente para quitar el velo que lo separaba de Dios (Juan 3:1-15).
Era necesario pedir perdón por sus pecados aceptando a Jesucristo como su salvador. Solo de esta manera, el velo sería rasgado como sucedió en el templo de Jerusalén y Dios haría nuevamente de él su habitación.
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” 1Timoteo 2:5
El autor del libro de hebreos nos relata la verdad sobre el velo diciéndonos:
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero…” Hebreos 10:19-22a
CONCLUSIÓN
Dios no quiere que seamos hombres y mujeres de atrio solamente, ni de lugar Santo, él quiere que seamos hombres y mujeres del lugar Santísimo. Este el lugar donde se encuentran los verdaderos adoradores en espíritu y en verdad que busca el Padre. Juan 4:23
¡Sirviendo al Maestro!
Ps. Luis Fernando Giraldo
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